El efecto mascarilla: por qué nos comunicamos mucho peor.

La pérdida del lenguaje no verbal (Diario de Navarra)

El uso de la mascarilla ha tapado todos nuestros rasgos faciales y expresivos, alterando notablemente nuestro modo de comunicarnos y provocando un gran deterioro en la calidad de la comunicación.

El lenguaje no verbal, que forma parte intrínseca del proceso comunicativo, y que contribuye a aportar matices, credibilidad y solidez a nuestro lenguaje verbal, ha perdido fuerza. Incluso, ha desaparecido casi por completo, ya que se ha reducido meramente a los ojos y la frente.

Esas sonrisas atrevidas, sensuales, fingidas, forzadas y cariñosas, o esos movimientos de boca, labios, carrillos con los que creábamos nuestras muecas, gestos o mohines, ya no están para dar respaldo a nuestras palabras y enunciados. El acto comunicativo ha perdido todos sus matices y tonalidades. Ha pasado a ser un acto frío y distante carente de personalidad y naturalidad. En definitiva, el acto comunicativo se ha quedado cojo y sin sonrisa.



Pérdida del refranero

Y con esta merma, surge la siguiente cuestión: ¿tendremos que refundir expresiones tan populares de nuestro refranero español como la cara es el espejo del alma, al mal tiempo buena cara o tiene más cara que espalda? O, mejor dicho, ¿deberíamos “covirefundir” y “coviadaptar” nuestro lenguaje a los tiempos del COVID? He aquí algunas opciones: “la mascarilla, el espejo de mi alma”, “al mal tiempo, mascarilla a todo color” o “tiene más ceño que espalda”.

Otras expresiones tienen todas las papeletas para extinguirse, simplemente porque ya no pegan con el contexto socio comunicativo actual. Como ejemplo: “en boca cerrada no entran moscas”, “a pedir de boca”, “el que ríe último, ríe mejor” o “a quien ríe, la vida le sonríe”.


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